Una felicidad infinita

8 de enero 1944 - 2020
Existe un gran porcentaje de personas a nivel mundial que consideran al cáncer como el enemigo más grande y lo peor que les pudo haber pasado en la vida. No negaré que al inicio mi familia pertenecía a ese grupo de personas, que no sabía por qué estaba en aquella situación llena de dolor e incertidumbre los primeros meses.

Como por ejemplo ahora... no saben cuánto me gustaría estar escribiendo acerca de como salimos un año más de esta gran batalla...pero la vida a veces no es como quisiéramos que fuera, que para ser sinceros que no daríamos para que estos grandes tesoros dados por Dios, fuesen eternos.

El 8 de enero a la 1:37 a.m, perdimos una lucha de dos años, en los que aquel hombre fuerte, jamás perdió la esperanza de salir de esto, soñando con algún día regresar de nuevo a una preciosa casa llena de recuerdos en la que preparaba el mejor arroz con pollo que la humanidad pudo probar.

Nos enseñó afrontar cada etapa de la vida como una taza de café a veces dulce y otras amarga, tal y como lo hizo él, con sus brillantes ojos color café, sus cachetes colorados y hermosa sonrisa, característica del hombre pícaro y necio con las muchachas cuando era solo un polluelo del pueblo y para el pueblo. Que quien lo diría más adelante quedaría segado por el amor de tres hermosas pequeñas, Yolly, Martha y Mary. 

Desde ese momento comprendió que el amor incondicional de sus hijas no se compara ni con la esmeralda más bonita sobre la tierra, aquellas mujeres amorosas, luchadoras e inigualables, que siempre estuvieron en la salud y sobre todo en la enfermedad.

Don Cornelio ratificaría que el verdadero amor si existe, con la llegada de sus nietos, que lo convertirían en el abuelo más afortunado del mundo, con cuatro nietos que llegaron para llenar su vida de sonrisas, darle uno que otro dolor de cabeza con sus travesuras, de las que solo se reía y que jamás delató a nadie (real no fake), como él me dijo en una de esas tardes de café "me siento muy feliz que ustedes estén conmigo, yo no sabría que sería de mi vida sin ustedes".

Desde ese momento entendí porque se sentía tan orgulloso de llevarnos de la mano a Nani (mi hermana) y a mi, que por cierto eramos sus nietas favoritas, al colegio, al parque, jugar a la casa de las muñecas o ayudarme hacer aquellas famosas maquetas que todos en algún momento de nuestras vidas hemos tenido que hacer. Pero como lo mencioné antes, no todo es como que quisieramos que fuera, con el paso de los días los momentos de felicidad infinita se transformaron en citas medicas, quimioterapias e inyecciones dolorosas, siendo esto el pan de cada día, en el que jamás perdimos la esperanza.

A medida que nuestro amigo el cáncer lo invadía cada vez más rápido, guelo nos motivaba a buscar remedios caseros, para mirar que pasaba...pero como ya sabrán todas tenían el mismo final. 

Lo único que ante mi guelo adorado jamás dejamos salir una sola lágrima, así estuviéramos que nos derrumbáramos por dentro, porqué para él todas siempre fuimos su motivación y ganas de luchar, hasta dar su ultimo aliento, tal y como lo hizo en aquella silenciosa habitación de hospital, en la que decidió emigrar del mundo terrenal.

No negaré que hay momentos en los que quiero creer que él aún está aquí físicamente y que pronto lo veré...pero siendo realistas lo único que nos queda es recordar el ser tan maravilloso que Dios me dio como abuelo, que en los días en los que me sienta mal, miraré al cielo y buscaré las estrellas más brillantes, que estoy segura que serán los ojos del amor de mi vida, aquel que amaré hasta el fin de los días, que sea en el lugar que esté, siempre estará dispuesto a escuchar a su niña adorada.


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